En plena temporada de gripe, y en el contexto epidemiológico actual, es frecuente, y lógico, que los padres tengan dudas y necesiten pautas para distinguir las diferencias entre gripe, gripe A, COVID-19 y catarro. A continuación, trataremos de dar respuesta a sus interrogantes y de aclarar la situación.
Las dos variantes: A y B
El virus gripal tiene dos variedades, A y B; si se diagnostica la A, que es la que predomina sobre la B en el brote epidémico actual, simplemente se le está poniendo apellido al tipo de gripe. Se pueden padecer los dos procesos, es decir, la A y la B, ya sea sin relación entre ambos, sucesivamente o, incluso, simultáneamente, aunque esta combinación no es muy frecuente. No existen diferencias rotundas en los síntomas de cualquiera de los dos tipos y, por tanto, no es posible diagnosticarlos y diferenciarlos ‘a ojo’.
La gripe no es un catarro; el resfriado normalmente muestra señales no muy aparatosas. En cambio, los de la primera, son los de una afectación de todo el organismo junto a síntomas respiratorios. Así, la mayoría de las veces se va a manifestar de forma intensa y aguda: con fiebre alta, que durará varios días, dolor de cabeza y de miembros, dolor de garganta, decaimiento intenso, inapetencia, algo de moco y tos. Esta última no suele aparecer muy pronto, en relación con la fiebre, pero puede ser una tos intensa y prolongada.
En niños pequeños, los síntomas a menudo son más confusos y se orientan o bien hacia el aparato digestivo, con vómitos, diarrea y dolor abdominal, o hacia un proceso de fiebre sin foco (al no acompañarse de problemas respiratorios). Existe la posibilidad de que surjan complicaciones, como neumonía, sinusitis y otitis; hay que sospechar alguna de estas enfermedades si la fiebre dura más de cinco días o reaparece después de un intervalo libre de ella. También conviene señalar que hay un 30 % de infecciones que son asintomáticas.
