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Salud Infantil

¿Cómo combatir la falta de sueño en verano?: 10 Consejos para que los niños descansen bien durante las vacaciones

Conciliar el sueño en verano
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 29.06.23

Con la llegada de los meses estivales, el día a día de los niños experimenta un giro radical capaz de influir en diversos aspectos de sus vidas. Uno de ellos, quizá el más crucial, tiene que ver con los hábitos de sueño en verano, que se ven afectados por factores como las altas temperaturas, el exceso de luz o los horarios desestructurados.

Cuando eso ocurre, pueden producirse alteraciones en el desarrollo y el bienestar de los menores. Concretamente, cabe la posibilidad de que se genere un influjo negativo en los procesos de atención y memoria, así como en la consolidación de los nuevos conocimientos adquiridos. Por si fuera poco, durante el descanso entran en funcionamiento diferentes procesos relacionados con el crecimiento del organismo, cuya ralentización representa otra de las amenazas al respecto.

Aunque cada caso es único, desde la AEP se recomienda que los recién nacidos duerman entre 16 y 18 horas al día. A los 2 años, esa cifra ronda las 13 horas al día y entre los 3 y los 5 años se sitúa entre las 10 y las 12. Desde los 6 a los 10 años, se aconsejan unas 10 horas de sueño y, por último, con la llegada de la adolescencia, son necesarias entre 8 y 10 cada jornada.

Como en tantos otros ámbitos de la crianza, el problema viene cuando queremos pasar de la teoría a la práctica. Sobre todo si los estímulos externos típicos del verano juegan en nuestra contra, llegando a ocasionar una serie de efectos negativos considerables a la hora de completar un descanso óptimo. Por fortuna, tenemos a nuestro alcance distintas herramientas con las que combatirlos y garantizar que nuestros hijos dispongan de periodos de sueño en verano lo suficientemente largos y de calidad.

1. Respetar unos horarios regulares

En primer lugar, es importante conservar unos horarios constantes. Estar de vacaciones no implica que deban descontrolarse los hábitos, sobre todo en lo relativo a acostarse y levantarse. Cuando, por el motivo que sea, surjan eventos que trastoquen la dinámica habitual, resulta conveniente regresar a la misma lo antes posible, sacrificando si es preciso el descanso de un día, de manera que afecte lo menos posible a los sucesivos.

2. Emplear la cama únicamente para dormir

Acostumbrarse a utilizar la cama para leer, oír la radio, ver la televisión, hacer los deberes o incluso comer puede provocar que el cerebro de los niños la asocie con la vigilia. En su lugar, deben percibirla como el lugar de descanso que es, algo que facilitará la relajación cuando se metan en ella.

3. Mantener las mismas rutinas cada noche

Las rutinas nocturnas también poseen una influencia relevante de cara a alcanzar un estado de tranquilidad compatible con la conciliación del sueño. Repetirlas antes de acostarse ayuda al organismo a alcanzar antes dicha fase y minimizará las probabilidades de que nuestros hijos se desvelen.

Rutinas nocturnas
Las rutinas nocturnas ayudan a los niños a conciliar el sueño en verano | Fuente: Canva

4. Aprovechar el día para completar tareas y planificar la próxima jornada

Posponer las obligaciones o la planificación del día siguiente para la noche es una mala idea. Por el contrario, lo recomendable es completar todas las responsabilidades antes y emplear el final de la jornada como una relajada transición hacia el descanso.

5. Propiciar un ambiente favorable para el sueño en verano

Las condiciones de la habitación de los niños también pueden influir en gran medida en sus periodos de sueño. Por eso es conveniente crear un ambiente propicio en el dormitorio. Para empezar, deben contar con un colchón y una almohada cómodos, así como con una ropa de cama y un pijama de materiales naturales, como el algodón o el lino, con los que se sientan más frescos. Además, es importante garantizar una temperatura agradable, en torno a los 20 grados, o mitigar el calor con un ventilador que no proyecte el aire directamente hacia ellos. Por último, deberíamos asegurarnos de proporcionarles un espacio libre de ruido en el que la luz no penetre en exceso.

6. Cenar pronto y sin excesos

Por otro lado, se aconseja terminar de cenar al menos dos o tres horas antes del momento en que nuestros hijos se vayan a la cama. Tanto la ingesta de comida como la de bebida debe ser moderada para evitar molestias o visitas al aseo durante la noche que interrumpan el descanso.

7. Evitar sustancias perjudiciales para dormir

Además de controlar las cantidades, es importante no consumir sustancias excitantes como la cafeína o el azúcar que podrían alterar la conciliación del sueño.

Cenas ligeras para fomentar el sueño en verano
Durante el verano, las cenas deben componerse de alimentos ligeros, frescos y no estimulantes | Fuente: Canva

8. No hacer ejercicio físico durante las horas previas

El ejercicio físico tampoco debe descuidarse aunque los niños estén de vacaciones. Lo adecuado, eso sí, es realizarlo a primera hora de la mañana o en un entorno refrescante como la piscina o la playa. En cambio, durante los periodos previos al descanso no es aconsejable ejercitar en exceso el organismo, lo cual elevaría la temperatura corporal y dificultaría llegar a un estado de calma
óptimo.

9. Fomentar la relajación

Si en un momento dado, nuestros hijos no pueden dormirse, es mejor que abandonen momentáneamente la cama y lleven a cabo alguna actividad relajante. Una ducha templada, un rato de lectura o una canción relajante pueden resultar de gran utilidad y acabar marcando las diferencias.

10. Moderar las siestas

Y, por supuesto, en el caso de que los niños experimenten dificultades para alcanzar y mantener el sueño en verano, debemos asegurarnos de eliminar las siestas. A pesar de resultar necesarias durante los primeros años de vida, a partir de los 3 o 4 años de edad pueden saltárselas sin problema si eso les ayuda a descansar mejor por la noche.