Retoques estéticos en la adolescencia: ¿qué debo hacer si mi hijo insiste en someterse a una intervención de este tipo?

Los filtros de belleza de las aplicaciones y el cuestionable ejemplo que dan algunos influencers continúan intensificando la preocupación de las nuevas generaciones por su apariencia física. A veces, la inquietud llega a transformarse en una verdadera obsesión que incentiva la realización de retoques estéticos en la adolescencia. Práctica que también la fomentan, en ocasiones, algunos profesionales carentes de ética que ignoran los perjuicios que pueden conllevar estas operaciones si se realizan a edades tempranas.

La cirugía reparadora se centra en mejorar el bienestar de los pacientes

Es importante, no obstante, diferenciar entre las mencionadas intervenciones y aquellas que se incluyen dentro de la cirugía reparadora. En este caso, el único fin es mejorar la forma y la función de una parte del cuerpo que presente anomalías, que pueden estar causadas por una alteración congénita, un accidente o una enfermedad.

Los procedimientos más frecuentes de este tipo son la otoplastia, para corregir una separación excesiva de los pabellones auditivos, y la rinoplastia cuando se lleva a cabo con el propósito de resolver problemas respiratorios. También son habituales las reconstrucciones del labio leporino y del paladar hendido, así como la reducción del pecho cuando existe hipertrofia mamaria.

Cuáles son las intervenciones estéticas más frecuentes en adolescentes

Por otro lado, entre los retoques más demandados por adolescentes se incluyen el aumento de labios y de pechos, la rinoplastia con fines exclusivamente estéticos y la bichectomía, consistente en la extracción del exceso de grasa en la zona de las mejillas. Además, existen otros tratamientos que no requieren cirugía, como los rellenos con ácido hialurónico, especialmente en labios y el área nasal, o la toxina botulínica para atenuar las arrugas.

La mayoría de los profesionales de este campo de la medicina, no obstante, aconsejan esperar unos años antes de plantearse la exposición a cualquiera de los anteriores procedimientos. Sobre todo en el caso de las intervenciones quirúrgicas, resulta indispensable aguardar hasta que el organismo se haya desarrollado de todo.

La excepción a esta regla la constituye la otoplastia, incluso en casos en los que la separación de las orejas no influya en el terreno funcional. Al no tratarse de un proceso agresivo y lograr efectos permanentes, puede llegar a plantearse si el defecto supone una amenaza para el niño en el plano psicológico.

Dos influencias preocupantes

1. La de las tendencias dominantes en las redes sociales 

Algo que no debería ocurrir en principio, salvo que hablemos de casos en los que las alteraciones alcancen proporciones excesivas. En el resto de las situaciones, existen factores que incentivan la autocrítica más minuciosa y la inseguridad constante con el cuerpo propio. Partiendo de imperfecciones insignificantes, casi inapreciables o directamente inexistentes, muchos adolescentes muestran conductas obsesivas alimentadas día a día por parte de algunos influencers.

Y es que, los referentes tradicionales, como actrices, cantantes o modelos, han sido sustituidos o complementados por una infinidad de personajes con éxito en Internet que lanzan mensajes bastante cuestionables, especialmente si un sector de su audiencia ni siquiera alcanza la mayoría de edad. Sus continuas publicaciones, algunas de las cuales tratan abiertamente sus operaciones estéticas, animan a los jóvenes a imitarles y potencian una serie de valores que pueden llegar a menoscabar su autoestima.

2. La de los filtros de belleza

Sin embargo, el peso de este perjudicial influjo no solo recae sobre los hombros de este sector. La mencionada búsqueda perpetua de la perfección es una tendencia reforzada por innumerables compañías del sector tecnológico. Son ellas, de hecho, las que han extendido el uso de filtros que eliminan las imperfecciones e impulsan cánones de belleza irreales. Con ese panorama de fondo, no resulta tan extraño este incipiente interés por los retoques estéticos a edades tempranas o la progresiva aparición de casos de trastorno dismórfico corporal.

Mi hijo adolescente insiste en someterse a un retoque estético, ¿qué debo hacer?

Antes de llevar a cabo retoques estéticos en la adolescencia, es imprescindible tener en cuenta la opinión de los padres y los profesionales. Lo cual no implica obviar la postura de los menores, que debemos escuchar y tener en cuenta pese a que choque frontalmente con la nuestra. Dicho esto, si nuestro hijo o hija insiste en someterse a algún tipo de intervención con el único objetivo de mejorar su imagen, sería adecuado:

1. Valorar detenidamente sus argumentos

Tal y como anticipábamos, no hay que hacer caso omiso a los argumentos de nuestros hijos. A través de ellos, será más sencillo determinar con exactitud el alcance del problema. Así pues, deberemos determinar si nos encontramos ante una carencia de autoestima, si sencillamente se encuentran bajo el influjo de mensajes carentes de criterio y responsabilidad, o si en realidad existe una alteración física o mental que ha de ser tratada.

2. Recurrir a las recomendaciones de profesionales cualificados

Acudir a un buen profesional para que valore el caso concreto y nos informe de las opciones disponibles resulta esencial en determinadas ocasiones. Cuando la obsesión de los adolescentes alcance límites preocupantes, la intervención de un experto cualificado puede ser decisiva para atenuar los sentimientos negativos.

3. Informarle de cada detalle

Independientemente de la conveniencia de una intervención, haríamos bien explicando a nuestros hijos con detalle el procedimiento en cuestión, incluidos los riesgos asociados y los efectos que se esperan conseguir con él.

4. Elegir un procedimiento con las máximas garantías

En caso de decidir pasar por un retoque estético en la adolescencia, algo que deberíamos aprobar si se dan las circunstancias anteriormente descritas, es importante acudir a un profesional de prestigio y realizarlo en un centro sanitario que ofrezca las máximas garantías a los pacientes.