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Comer juntos en familia: 7 beneficios según la ciencia

Comer juntos en familia niños
Comer juntos en familia fortalecerá los lazos afectivos que os unen
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 15.07.21

Comer juntos en familia nos brinda la ocasión de conversar y contar cómo ha ido el día, compartir nuestras inquietudes y disfrutar de un tiempo de total relax. En los últimos años, diversos estudios han demostrado el gran valor que tiene este momento en común. Porque apagar las pantallas y tomarse unos minutos cada día para conectar genuinamente unos con otros en torno a la mesa, no solo resulta gratificante. Además, puede mejorar la salud física y mental de todos los miembros de la casa, en especial la de los niños.

Beneficios de comer juntos en familia

Estas son algunas de las investigaciones más recientes que muestran las grandes ventajas de alimentarte junto a los tuyos, y que se reflejan en un artículo del portal Parents.com:

1. Fomenta los buenos hábitos alimenticios

Un estudio publicado en JAMA Network Open muestra que comer con los miembros de la familia se asocia con una mejor dieta en general, especialmente entre los adolescentes.

Se determinó que los jóvenes que se sientan a la mesa con sus seres queridos son más propensos a consumir frutas y verduras, y menos comida rápida y bebidas azucaradas. Esto ocurre independientemente del grado de funcionalidad del núcleo familiar, según el estudio.

2. Previene problemas psicosociales

De acuerdo con una revisión sistemática realizada por el Colegio de Médicos de Familia de Canadá, las cenas frecuentes en el hogar pueden prevenir problemas relacionados con los trastornos alimentarios, el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas, el comportamiento violento, la depresión y los pensamientos suicidas en los adolescentes.

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Las familias que comen juntas son más felices y sufren menos de estrés | Fuente: Pexels

3. Ayuda a lograr el peso adecuado

Otra investigación científica, en esta ocasión publicada en el Journal of Pediatrics, descubrió una correlación directa entre la frecuencia de las comidas en casa durante la adolescencia y la reducción de las probabilidades de padecer obesidad diez años después, especialmente entre los jóvenes de raza negra.

El estudio concluye que las personas deben tartar de reunirse con los suyos al menos una o dos veces a la semana. De este modo, y entre otras muchas cosas, se contribuye a proteger a los menores ante los problemas de peso en el futuro.

4. Mejora la autoestima de nuestros hijos

La seguridad que brinda el compartir el pan en familia con regularidad puede ayudar a los niños a sentirse más seguros de sí mismos, según los expertos de Stanford Children’s Health, un sistema de atención médica pediátrica afiliado a Stanford Medicine y Stanford University.

Al alentar a tus hijos a hablar sobre su día —y al escuchar genuinamente sus respuestas—, les estás comunicando que valoras y respetas quiénes son. Se debe permitir que los menores elijan sus propios asientos y se les debe animar a ayudar con las tareas relacionadas con la cena, ya sea poner la mesa, quitarla, lavar los platos o cualquier otra.

5. Mejora las habilidades comunicativas

Una investigación de 2018 difundida por el medio Science Daily determinó que un grupo de niños de 6 años cuyas familias se reunían frecuentemente a comer desarrollaban mejores habilidades comunicativas a lo largo de su infancia.

Además de la salud y el estado físico general, la interacción social y las discusiones sobre temas actuales en la mesa pueden hacer que los menores se comuniquen mejor, señaló la autora principal del estudio, Linda Pagani, profesora de psicoeducación de la Universidad de Montreal.

6. Una ayuda frente al ciberacoso

Una investigación publicada en JAMA Pediatrics, basada en una encuesta de casi 19.000 estudiantes, encontró asociaciones claras entre el ciberacoso y la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias. Es un tema importante, ya que uno de cada cinco jóvenes ha sufrido acoso cibernético en alguna ocasión.

Los adolescentes que cenaron con sus familias regularmente tuvieron menos problemas de este tipo.

Los autores del estudio señalan que el contacto regular con los seres queridos facilita una mayor orientación de los padres. Además, se fomenta la comunicación abierta con los hijos.

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En torno a la mesa siempre surgen charlas interesantes y momentos especiales | Fuente: Canva

7. Es un complemento de la terapia

Los hábitos de cena pueden proporcionar una información bastante valiosa a los terapeutas en los casos en los que los miembros de la familia se acuden juntos a este tipo de intervenciones psicológicas, según un estudio publicado en la revista A&NZ Journal of Family Therapy.

Además, se puede alentar a los padres a conversar en este momento del día sobre las lecciones aprendidas durante la terapia. Ello permitirá, por ejemplo, experimentar con nuevos roles y patrones de comunicación.

Un vehículo para la adquisición de vocabulario

Los niños pequeños son capaces de aprender entre 8 y 10 términos nuevos cada día. Esa adquisición de vocabulario se realiza en un contexto social, ya que las palabras son símbolos convencionales para denominar conceptos o hechos.

Según un trabajo de la revista Acta Pediátrica, cuando tienen alrededor de los 3 años de edad, pueden adquirir esas palabras en una gran variedad de situaciones conversacionales diarias. En ellas se producen interacciones espontáneas que no contienen ningún plan específico dirigido a enseñar el significado de los vocablos que van surgiendo.

De este modo, en la mesa, los adultos y los menores comparten un espacio íntimo durante un corto período de tiempo. Mientras se come, se habla de muchos temas de la vida, las inquietudes, los sentimientos y muchas otras cosas que les brindan ocasiones únicas de enriquecer su lenguaje.

Niños más comunicativos y seguros de sí mismos

Un estudio presentado en el Congreso Anual de la American Research Association analizó a 31 familias con hijos en edad preescolar. Se determinó que entre el 12 y el 18 % del tiempo de conversación consistía en contar historias, y entre el 15 y el 17 % en dar explicaciones.

Esta forma de discurso se considera positiva para la adquisición de vocabulario. Cuanto mayor es el tiempo de conversación en la mesa, mayor es la riqueza y la variedad de las palabras que manejan los menores.

Comer juntos en familia y colaborar en las tareas de la cocina
De vez en cuando, puedes involucrar a tu hijo en la preparación de la cena | Fuente: Pexels

Por otra parte, una investigación difundida en el Journal of Child Language analizó a 80 niños de familias estadounidenses. Los autores descubrieron que las comidas eran una fuente esencial para que los pequeños conocieran el significado de las palabras. Además, se correlacionaban con la exposición de términos poco habituales para la edad de los menores (3-4 años).

En resumen, comer juntos en familia ofrece grandes beneficios que todos los padres debemos tener en cuenta. Al reunirnos a compartir el pan, no solo propiciaremos una mejor alimentación a nuestros hijos, sino que les ayudaremos a convertirse en personas más comunicativas y seguras de sí mismas.

En la mesa tienes la oportunidad de demostrarle al niño que te importa su opinión y que estás realmente interesado en su vida. Al mismo tiempo, estarás fortaleciendo los vínculos afectivos entre los miembros del hogar.