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Ahogamiento seco o secundario, ¿existe realmente o es un bulo?

Ahogamiento secundario
La prevención y la vigilancia, claves para evitar percances en el agua
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 30.07.14

Las madres y los padres, sobre todo los que tienen hijos e hijas de corta edad, son muy conscientes de la necesidad de vigilar a sus pequeños cuando van a la piscina, el mar, los ríos o los pantanos. Las noticias sobre accidentes fatales que, tristemente, se producen anualmente son, sin duda, una razón de peso para extremar las precauciones. Y también, para estar bien informados. Por eso vamos a hablar aquí del mal llamado ‘ahogamiento secundario’, que supuestamente se produce horas o días después de haber sufrido el incidente en el agua.

Etapas críticas

La probabilidad de que los menores sufran percances en piscinas y otros entornos con agua, según la Asociación Española de Técnicos en Salvamento Acuático y Socorrismo, aumenta de los 2 a los 4 años. En esta etapa, los niños adquieren las destrezas motoras suficientes para desplazarse de un modo autónomo y los adultos tendemos a relajarnos ante el desarrollo de tal capacidad.

No obstante, pasada esa edad el peligro continúa siendo muy real. De hecho, entre los 5 y los 14 años constituye la principal causa de mortalidad infantil por accidentes a nivel internacional. Según el Informe Nacional de Ahogamientos de 2022 de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, el número de personas ahogadas ese año ascendió a 394, de los cuales 37 fueron menores.

Lo cierto es que, normalmente, las consecuencias de estos episodios, para bien o para mal, son inmediatas. Aunque es común encontrar diferenciaciones entre el ahogamiento inmediato y el conocido como ahogamiento secundario, expresión desacreditada de manera oficial, como veremos, por la comunidad científica.

Ahogamiento: definición y posibles escenarios

La definición médica de ahogamiento se corresponde con el proceso de experimentar un deterioro respiratorio por inmersión en un líquido, seguido de obstrucción pulmonar por laringoespasmo o aspiración de agua. A raíz de este hecho, únicamente pueden producirse tres resultados: un final fatal, uno no mortal con lesiones o enfermedades u otro no letal sin lesiones ni enfermedades.

Tal planteamiento viene avalado por la OMS y las principales instituciones sanitarias de todo el mundo, que rechazan la adición de otros términos para distinguir entre casos de fallecimiento instantáneo o tardío por la mencionada causa.

Ahogamiento secundario
Las autoridades médicas rechazan el uso de la expresión ‘ahogamiento secundario’ | Fuente: Pexels

¿A qué se refiere el ahogamiento secundario?

El origen del error lo explican con gran claridad los doctores Seth Collings Hawkins, Justin Sempsrott y Andrew Schmidt en su publicación Drowning in a Sea of Misinformation: Dry Drowning and Secondary Drowning. Estos tres profesionales especializados en el asunto que nos ocupa sostienen que dicha confusión viene motivada por la incorrecta atribución exclusiva al hecho de ahogarse con casos en los que, desde un principio, nada puede hacerse por salvar la vida del afectado.

Así pues, se han venido empleando fórmulas como ahogamiento secundario para denominar los cuadros en los que las complicaciones derivadas del accidente no son instantáneas. Pero nada más lejos de la realidad. Por supuesto que es posible que, cuando ha entrado agua en las vías respiratorias, la situación empeore. Sin embargo, en estos casos suelen detectarse síntomas tempranos como tos persistente, espuma en la boca o la nariz, confusión o comportamiento anormal, que sin lugar a duda han de ser tratados de inmediato. En cambio, de lo que no hay constancia alguna es de escenarios clínicos totalmente asintomáticos que deriven en un desenlace fatal pasados días o semanas.

Un ejemplo muy ilustrativo para aclarar el error

Lo que sí es cierto, advierten los citados facultativos, es que se han registrado ciertos casos mortales en los que las señales iniciales eran mínimas. He aquí donde surge el dilema de cómo detectar esos signos casi inapreciables de que algo no va bien. Para resolverlo nos proponen el ejemplo de una bebida que se nos va por el lado equivocado y nos produce una tos intensa que se resuelve en cuestión de segundos o algún minuto. Pues bien, todo lo que exceda de una reacción corporal así, deberá considerarse como un acontecimiento potencialmente peligroso y merecedor, por tanto, de recibir atención médica.

Atención médica ante signos de ahogamiento
Si apreciamos síntomas leves de ahogamiento, debemos acudir al médico sin dudarlo | Fuente: Needpix

¿Cómo prevenir un ahogamiento?

Por fortuna, antes de que tenga lugar cualquier incidente podemos extremar las precauciones necesarias y dificultar así su irrupción. Ya sea en el mar, en piscinas, en lagos, en ríos o en cualquier otro medio acuático, la Asociación Española de Pediatría da una serie de recomendaciones imprescindibles para minimizar estos indeseados sucesos que, la gran mayoría de las veces, se presentan como consecuencia de descuidos de los adultos:

1. No confiarnos, aunque sepan nadar

Impartir clases de natación puede ser útil, pero nunca suficiente para evitar los ahogamientos, por lo que no debemos confiarnos pese a que nuestros hijos muestren una clara desenvoltura dentro del agua.

2. Siempre a nuestro alcance

Cuando hablemos de bebés o de niños pequeños, debemos mantenerlos a una distancia inferior al alcance de nuestro brazo.

3. Nunca bajar la guardia

En etapas posteriores, aunque sepan nadar, hemos de ejercer en todo momento una labor de vigilancia y evitar cualquier tipo de distracción.

4. Mejor en zonas vigiladas

Sobre todo en lugares de baño abiertos, es importante escoger zonas supervisadas por equipos de socorrismo.

5. Adultos bien preparados

En lo referente a los adultos encargados del cuidado de los niños, deben saber nadar, llevar a cabo un rescate e iniciar maniobras de reanimación tras solicitar la ayuda oportuna.

6. La responsabilidad no es de los niños

No hay que dejar a un menor pendiente de otros, incluso en espacios aparentemente inofensivos como bañeras, bocas de riego o spas.

7. Adolescentes bien informados

Nuestros hijos adolescentes deben tener bien presente que el consumo de alcohol o drogas mientras se bañan conlleva serios riesgos que pueden ser fatales.