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Sharenting y qué pasa si los padres comparten fotos de los niños en Internet

Compartir fotos de los niños en Internet
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 31.07.19

En ocasiones, hasta las muestras de amor más sinceras terminan desembocando en situaciones que no deseamos en absoluto. Una reflexión que, aplicada a cualquier acto capaz de influir en la vida de nuestros hijos, debería ser suficiente para que extremáramos al máximo todas las precauciones posibles. Sin embargo, existen factores que, ya sea por el mero desconocimiento del alcance que tienen las redes o de nuestra recurrente obsesión por publicar todas nuestras vivencias en ellas, a veces nos llevan a actuar de manera poco responsable. Acciones aparentemente inofensivas e inocentes, como publicar fotos de los niños en Internet, pueden terminar acarreando consecuencias negativas para ellos.

Lo realmente preocupante llega cuando observamos los trabajos de los expertos en la materia, que alertan sobre el progresivo auge de este tipo de comportamientos. Según afirma la prestigiosa periodista Nancy Jo Sales, los padres estadounidenses publican en torno a 1.000 imágenes de sus hijos en la red antes de su quinto cumpleaños. Un dato demoledor seguido por otro que no lo es menos: el 92% de los niños norteamericanos ya dispone de una huella digital propia antes de cumplir 2 años.

No es extraño, por tanto, que el fenómeno que nos ocupa, debido a su masiva puesta en práctica, posea hasta denominación propia. El sharenting, del inglés share (“compartir”) y parenting (“paternidad”), se ha convertido en un término tan extendido y llevado a cabo, que está incluido desde 2016 en las páginas del Diccionario Collins, una de las obras de consulta de referencia en lengua inglesa.

Si los contenidos que comparto dejan en buen lugar a mi hijo, ¿qué problema hay?

He aquí una de las claves. Quizá muchos padres no se den por aludidos al respecto, considerando que las fotos de los niños en Internet que comparten no ponen a estos en evidencia. Total, ¿qué tiene de malo compartir una información tan inocente e inocua en apariencia?

Pues bien, aunque pueda tener su lógica a bote pronto, debéis partir de una premisa principal: lo que a vosotros ahora os parece emotivo y enternecedor, es posible que a vuestro hijo, en algún momento de su vida, le ponga en una situación embarazosa o, incluso, vulnerable y peligrosa. Pensad que, pasados unos años llegará a la adolescencia, una época especialmente difícil en la que, aunque no os lo haga saber expresamente, necesitará un abrigo y una protección extra por vuestra parte.

Esa etapa adolescente suele coincidir hoy en día con su “despertar en redes”, un ámbito que, bajo una enseñanza y supervisión adecuadas, no es malo de por sí. Todo lo contrario: bien utilizado, supone una vía de integración adicional con sus distintos grupos sociales y de enriquecimiento personal gracias al intercambio de ideas con otros jóvenes de su edad.

Dejemos entonces que sean nuestros hijos los que elijan cuándo y cómo crear su propia huella digital. Evidentemente, bajo una tutela responsable y razonable, pero nunca tomando esa decisión en su nombre.

Fotos de los niños en Internet
Educar a nuestro hijo en el entorno virtual es fundamental para que decida por sí mismo

Privacidad como elemento preventivo cuando publicamos fotos de los niños en Internet

Trasladad la idea a los álbumes familiares, con todos esos momentos inmortalizados por vuestros padres cuando apenas echabais a andar. Y ahora imaginad que esos documentos de carácter íntimo hubieran pasado por las manos de todos y cada uno de vuestros conocidos diez años después. Seguramente no habríais podido evitar sentiros incómodos o abochornados, ¿verdad?

Ahora situad esa posible sensación de vergüenza coyuntural en nuestra época, en la que problemáticas como el bullying o el acoso sexual forman parte, desgraciadamente, del día a día. Por lo tanto, sin caer en el alarmismo, se antoja si cabe más imprescindible saber en qué mundo vivimos y actuar de manera consecuente.

Puntualicemos una cuestión: no se trata de que no podáis compartir ninguna imagen de ellos en redes sociales, sino de que lo hagáis de forma responsable. Una conducta muy frecuente (y nada recomendable) es crear una cuenta propia al niño durante sus primeros años de vida. Algo que, lejos de reportarle ningún tipo de beneficio, generará un rastro capaz de perdurar años en el espacio virtual.

Sobre todo si, para colmo de males, no configuráis adecuadamente las opciones de privacidad de vuestra red social preferida. De ser así, las fotos de los niños en Internet o cualquier información adicional que compartáis podrían ser accesibles incluso desde las búsquedas de Google, generándose un escenario de vulnerabilidad total.

Fotos de los niños en Internet
La privacidad de las fotos de los niños en redes sociales es la mejor garantía a nuestro alcance

¿Qué contempla la ley en cuanto a los datos de los menores?

Partiendo del artículo 18 de la Constitución Española, relativo al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, hace recaer en los menores (siempre que sus condiciones de madurez lo permitan) la decisión de salvaguardar estos derechos fundamentales. Y, en caso de que no quede acreditada tal madurez, serán sus representantes legales, bajo confirmación del Ministerio Fiscal (y posterior decisión del Juez, si procede), quienes velen por la defensa de dicha garantía.

Con un carácter más específico, la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, establece los límites a partir de los que puede existir una intromisión ilegítima en los mencionados derechos. Contempla que pueden ser vulnerados cuando se utilice la imagen o el nombre del niño en los medios de comunicación y esto implique un menoscabo de su honra o reputación.

Paralelamente, el actual Reglamento General de Protección de Datos europeo otorga autonomía en la decisión a partir de los 16 años. Un límite flexible a instancias de cada nación integrante de la Unión Europea, aunque nunca por debajo de los 13. En el caso de España, cualquier menor de 14 años debe ser autorizado por sus padres para darse de alta en una red social.

Comunicación, empatía y otras medidas aconsejables

La comunicación es, al menos, cosa de dos. Y, en el caso que nos ocupa, la otra parte interesada, vuestro hijo, tiene mucho que decir al respecto. Quizá no en el momento en que publiquéis las imágenes, pero sí cuando, pasados los años, alcance un nivel mínimo de consciencia. Por eso, además de tomar muy en serio sus preocupaciones cuando ya tenga cierta edad, es muy importante intentar poner líneas rojas a todo aquello que pueda molestarle o perjudicarle en un futuro.

Un buen aliado para actuar adecuadamente lo encontramos en las propias herramientas que nos facilita Internet. Además del conocimiento de las políticas de privacidad propias de la red social que utilicemos, podemos activar las notificaciones de Google, de manera que, si alguien realiza una búsqueda con el nombre del menor, nos salte un aviso al momento.

No obstante, las mejores armas para evitar problemas derivados de la publicación de fotos de los niños en Internet tienen mucho que ver con el sentido común. Acciones basadas en la prudencia, como pixelar sus caras o no aportar datos personales ni ubicaciones concretas, deberían formar parte de nuestra forma de proceder. Es evidente que todos queremos lo mejor para nuestra familia. Y qué mejor que disponer de la información necesaria para que esa intención se materialice.