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Psicología y salud mental

Rocío López y Miguel A. Corrales: “Vivir la separación desde el yo adulto permite acompañar emocionalmente a los hijos”

separación consciente
Fuente: Creada
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 04.04.21

Creada es un proyecto para ayudar a las parejas que lo necesitan a realizar una separación consciente. ¿Y qué es eso? Pues llevar ese proceso de poner fin a una relación del mejor modo posible. El objetivo es proteger a todos los implicados y, muy particularmente, a los hijos. Se trata de evitarles en lo posible el sufrimiento. Detrás de esta iniciativa están Rocío López y Miguel Ángel Corrales.

Los dos están separados y han formado juntos una familia reconstituida, es decir, surgida a partir de una pareja en la que se aportan hijos de una relación anterior; en su caso, ambos lo han hecho. Ella contribuye con dos y él, con otros dos. Así pues, la nueva unidad familiar consta de seis miembros y, según nos cuentan, todos están encantados.

En esto de volver a empezar parece que se han hecho unos verdaderos expertos. Porque Rocío estudió periodismo y danza, pero después de su maternidad decidió reinventarse profesionalmente. Primero de manera autodidacta y después con formación reglada, inició un nuevo camino en Educación Emocional, Terapia Gestalt y Bioenergética.

Miguel Ángel, por su parte, se licenció en Pedagogía y ha tenido trabajos muy diversos hasta que obtuvo la titulación como coach. Y entonces también le dio un giro a su carrera.

Juntos desarrollaron, al inicio del confinamiento el pasado año, este proyecto: Creada. Personas y Crecimiento. Se trata de un servicio en el que ofrecen información y asesoramiento a progenitores que quieren separarse de una forma responsable y civilizada. Hemos hablado con ellos para que nos cuenten con detalle en qué consiste y cómo fue su experiencia personal.

SyP: ¿Qué es exactamente Creada y cómo surgió?

R.L.: Creada es un proyecto familiar que nace de la necesidad de conciliar nuestra vida profesional y personal y, al mismo tiempo, dedicarnos a lo que nos apasiona: ayudar a madres y padres a encontrarse en paz con la situación que están viviendo y visibilizar, así, que otra forma de separarse es posible.

Creada, tal y como existe hoy, surgió del compromiso que adquirí conmigo misma cuando me separé: gritar y contar a los cuatro vientos que una separación no es ni el fin del mundo ni lo peor que se le puede hacer a los hijos, sino que es un proceso natural, y que, además, se puede realizar desde el respeto y el amor.

Ante la idea de la separación me aterraba dañar a mis hijos. Por eso elaboré un estudio de investigación que presenté a la universidad como Trabajo Final de Máster. Necesité encontrar respuestas en la teoría para confirmar que lo que yo creía no eran pájaros en la cabeza, sino que tenía un sentido psicológico y que era realista llevarlo a cabo.

Después de que el tribunal de la universidad me puntuara con la máxima calificación, me separé desde la responsabilidad y el amor, y aquello me liberó tanto que me prometí a mí misma que algún día se lo contaría a tantas madres y padres como pudiera para ayudarles a aliviar la carga de culpa y la sensación de fracaso.

Y fue así como años después Miguel Ángel y yo le dimos forma a un taller presencial que, finalmente, se ha convertido en un proyecto profesional conjunto online.

me separé desde la responsabilidad y el amor, y aquello me liberó tanto que me prometí a mí misma que algún día se lo contaría a tantas madres y padres como pudiera para ayudarles a aliviar la carga de culpa y la sensación de fracaso.

SyP: ¿Cómo definiríais la ‘separación consciente’?

R.L.: Una separación consciente es aquella en la que los hijos son tenidos en cuenta, por lo tanto, se ponen en el centro de cada decisión sus necesidades. Para ello es imprescindible que los adultos de la pareja que se separa, o al menos uno de los dos, viva el proceso desde su centro, es decir, desde su yo adulto.

La separación suele abrir viejas heridas, que muchas veces poco o nada tienen que ver con la relación de pareja, sino más bien con la infancia o historia de vida de cada persona. Por eso es importante experimentar este proceso desde el centro de cada persona. Para que cada uno se haga cargo de lo que siente, ya sea miedo, culpa, rabia o tristeza, y evitar vivir la experiencia desde su niño interior. Pues si ambos caen en esa situación, terminan siendo dos niños peleando.

Vivir la separación desde el yo adulto permite acompañar emocionalmente a los hijos. Que puedan transitar cada una de las emociones que sientan es lo que va a favorecer una buena adaptación a la nueva estructura familiar.

SyP: ¿Resulta clave tener una relación correcta con tu expareja? ¿Cómo se puede conseguir esto?

R.L. y M.A.C.: Una separación consciente se puede llevar a cabo aunque solo una de las partes esté disponible para ello, pues ya es el 50 %, y emocionalmente eso ya es mucho para los hijos.

De lo contrario, si ambos se enfrascan en sus heridas y viven el proceso desde ahí, desde su niño interior, se corre el riego de que los hijos se queden huérfanos emocionalmente en el proceso, y es así como pueden crearse los problemas.

Cuando la relación de pareja cesa, no se termina para siempre, la relación evoluciona, muta a otra forma. Y es que se deja de ser pareja, pero se sigue siendo madre y padre de las mismas criaturas durante toda la vida.

La relación que existe ahora no tiene por qué ser la que exista mañana. Esta puede cambiar, de hecho, es lo natural. Ahora bien, la cuestión no es poner el foco en cómo lo hace o deja de hacer la otra parte, pues no podemos controlar eso. Lo único que una persona puede controlar es lo que está de piel para dentro. Por eso el foco debe ponerse en uno mismo y en su propia relación con sus hijos.

La pregunta introspectiva sería: ¿Qué quiero aportar yo a esta relación, qué energía quiero ‘cocrear’?

Si la otra persona está en su dolor y sufrimiento y entonces actúa con rabia hacia su expareja, ésta tiene dos opciones. Una, engancharse al enfado de la otra persona y entrar a pelear, cosa que deja huérfanos emocionalmente a los niños. La otra, ver más allá. Entender que su ex está actuando desde sus heridas y no tomárselo como algo personal contra ella, o contra él, sino tener una visión más amplia. Eso sí, poniendo límites en los casos necesarios y cuidándose para poder mantenerse en su centro por su propio bien y el de sus hijos.

SyP: ¿Con qué dificultades os encontrasteis durante vuestra separación?

R.L.: Mi gran dificultad fue mi propia mente, es decir, mis creencias limitantes, y también la falta de referentes de otra forma de separación. Lo pasé muy mal hasta que fui capaz de deshacerme de todas aquellas creencias que me ataban, como la idea de que la separación era lo peor que le podía hacer a mis hijos y que estaba fracasando como madre. Había crecido creyendo que era algo malo, y verme en la tesitura de que yo podía hacer aquello que estaba tan mal visto, me paralizaba.

En mi entorno, en los casos de separaciones los niños sufrían mucho, porque no eran tenidos en cuenta. Se veían inmersos en conflictos ajenos a ellos, eran utilizados como moneda de cambio y vivían un chantaje emocional. Yo no quería que mis hijos pasaran por aquello, pero no tenía referentes acerca de otra forma de hacerlo.

M.A.C.: En mi caso, mi gran dificultad estribaba en superar mis propios prejuicios. La idea de que mis hijos pudieran sufrir durante el proceso, era algo que me superaba. Asimismo, dar paso a la responsabilidad y ponerla en lugar de la culpa requería toda mi energía y atención, además de trabajo personal. Ahora puedo decir que fue un camino necesario para poder llegar hasta aquí, y es algo que agradezco porque mi crecimiento fue exponencial y el ejemplo que le ofrezco a mis hijos es inconmensurable.

La idea de que mis hijos pudieran sufrir durante el proceso, era algo que me superaba. Asimismo, dar paso a la responsabilidad y ponerla en lugar de la culpa requería toda mi energía y atención, además de trabajo personal.

SyP: ¿Y os cruzasteis con algún obstáculo en el momento en el que decidisteis formar una familia reconstituida? ¿Cómo reaccionaron vuestros hijos?

R.L. y M.A.C.: Una vez más el obstáculo mayor estaba en nuestra mente y los prejuicios acerca de crear una familia reconstituida. Otra de las dificultades eran los miedos que nos surgían, como el miedo acerca de cómo lo afrontarían nuestros hijos y cómo se llevarían entre ellos, así como qué pasaría con nuestra relación si ellos no congeniaban.

La reacción de los cuatro fue muy buena, para nosotros fue sorprendentemente buena. Claro que, en todo momento tuvimos muy presente respetar sus ritmos y no forzar nada. La premisa que nos establecimos como pareja ante el momento del primer encuentro como familia y los que llegaran después fue soltar expectativas y exigencias.

Nos pusimos una fecha a muy largo plazo para iniciar la convivencia, pero ellos (de 7, 5, 4 y 3 años que tenían entonces) vivieron todo con tanta naturalidad y amor, tan libre de juicios, que aquella fecha la adelantamos mucho. Y para nosotros fue una gran lección, casi todas nuestras preocupaciones estaban basadas en los juicios adultos.

En el inicio de la convivencia sí se despertaron distintos miedos en nuestros hijos, y ahí estuvimos en todo momento con mucha observación para ayudarles a transitar cada miedo y emoción que iba surgiendo. Así pudimos favorecer una adaptación sana y favorable para cada parte de la familia.

SyP: ¿Cómo es la relación de vuestros hijos entre ellos y con cada uno de vosotros?

R.L. y M.A.C.: Su relación es muy buena y ha ido evolucionando a distintos ritmos entre sí. El grueso del tiempo lo han pasado siempre los cuatro juntos porque la mayor lideraba a la pequeña tribu. Aunque en distintas etapas han surgido otros tándems paralelos. Al inicio, los mayores de cada uno de nosotros y los dos pequeños hacían tándems distintos y estaban así entremezclados. Según han ido pasando por un momento vital y unos intereses, han ido cambiando esas alianzas también.

Al poco de conocerse se llamaban entre sí ‘casi hermanos’, y desde el confinamiento total que vivimos hace un año se autodenominan hermanos.

Y con nosotros, su madrastra y padrastro, la relación es muy buena. Creemos que para ello ha sido fundamental el respeto que sentimos por el lugar que ocupan los otros progenitores de nuestros hijos.

SyP: ¿Qué consejo le daríais a una pareja antes de dar el paso de formar una familia reconstituida? ¿Qué es lo más importante?

R.L. y M.A.C.: Comunicación. Mucha mucha comunicación entre la pareja. Es fundamental en cualquier relación, pero en estos casos aún más, porque desde el inicio entran en juego muchos factores y personas implicadas directa o indirectamente.

Además, cada cual viene de una relación anterior en la que, como mínimo, una de las dos partes ha vivido un proceso de separación. Esto hace que lleve una mochila que, si no pone conciencia, puede volcar sobre la nueva. Habiendo niños de por medio, se pueden mover muchos miedos. Puede ser un proceso precioso, pero no suele ser fácil.

Y además de mucha comunicación, hay dos cuestiones que para nosotros son clave en el ejercicio de madrastra y padrastro:

Entender que el lugar del otro progenitor es sagrado. Es decir, para un hijo, el sitio que ocupan su madre y su padre es sagrado, incluso en los casos de negligencia llega a ser así. Esto quiere decir que es muy importante que las madrastras y los padrastros entendamos que ese lugar es así y no debemos tratar de ocuparlo, más bien todo lo contrario. Tenemos que vivirlo con respeto, pues lo que sentimos, aunque no queramos, lo transmitimos. Puede no gustarte esa persona, pero ocupa un rol para ese niño que es intocable. Comprenderlo así facilita mucho la relación entre hijastros y padrastros.

La segunda cuestión es que también conviene explicarles que el que quieran a su madrastra o padrastro no resta amor a su madre o padre. Nosotros les decimos que el amor crece a medida que quieres a más gente, igual que un globo, que cuanto más soplas más grande se hace. De lo contrario pueden tener un conflicto de lealtades y eso puede hacerles sentir culpa y mucho dolor.

Y de nuevo, comunicación. Es esencial por toda la cantidad de miedos que pueden llegar a moverse.

Debemos entender que el lugar del otro progenitor es sagrado. Es decir, para un hijo, el sitio que ocupan su madre y su padre es sagrado, incluso en los casos de negligencia llega a ser así

SyP: ¿Es más fácil si uno de los dos no tiene hijos de un matrimonio anterior?

R.L. y M.A.C.: Las personas no somos matemáticas y varía mucho dependiendo de la historia de vida de cada uno y su nivel de conciencia.

A veces pensamos que es más fácil si ambos tienen hijos porque así entienden el sentimiento de paternidad y, por lo tanto, no es necesario explicar determinadas cuestiones, porque ya viven los dos ese sentimiento. En el caso contrario, es fácil que la otra persona, si no tiene hijos, se sienta celosa o desplazada, que es algo que vemos con cierta frecuencia.

SyP: ¿Qué pasa si cada uno tiene una forma diferente de educar a sus hijos? ¿Y si no está de acuerdo con lo que hace su pareja con sus hijos?

R.L. y M.A.C.: Aquí volvemos a la importancia de la comunicación. Si hay convivencia, existe una parte esencial de límites que deben ser comunes a todos los niños de la familia, pues de lo contrario es fácil que surjan rivalidades.

Al venir cada uno de una relación anterior, lo ideal es que antes de iniciar el proceso de convivencia la pareja haya hablado mucho para establecer un mínimo común de límites y normas. No se tiene que estar de acuerdo en todo, pero el fondo y objetivo debe ser común en la pareja en lo que respecta a su familia actual, pues de lo contrario el bienestar emocional, tanto de la familia como de la pareja, puede verse perjudicado.

Y si no está de acuerdo en algo de lo que hace su pareja con sus hijos es importante hablarlo estando los dos a solas. Y recordar en todo momento que ambos son figuras de referencia y autoridad, pero hay determinadas cuestiones que competen a la madre y otras al padre.

SyP: Y si los niños tienen celos de sus nuevos hermanos, ¿cómo debemos actuar como pareja frente a estas situaciones? Porque lo natural sería ‘proteger’ a los tuyos, ¿no?

R.L. y M.A.C.: Cuando surgen celos suele ser porque quien los siente tiene miedo o inseguridad. Cuando una familia crece como la nuestra, en la que ‘de repente’ llegan nuevas figuras como son dos iguales y una persona adulta más, es importante que entiendan que su lugar como hijo no corre ningún peligro. Es decir, que sigue ocupando un puesto privilegiado en el corazón de su mamá y en el corazón de su papá como hijo que es.

La necesidad de pertenencia es una de las más básicas y es importante cuidarla en el tránsito a una familia reconstituida. Vigilar esto es fundamental para que puedan sentir seguridad y no rivalicen.

Otro de los aspectos claves para prevenir los posibles celos es que se sientan vistos, amados, atendidos y entendidos en su individualidad. Darle a cada uno su lugar es muy importante, que su ser no se difumine porque la familia haya crecido.

Y ante las situaciones de conflicto, escuchar a cada parte. Porque siempre existen tantas historias diferentes como partes implicadas, ¿y quién tiene la razón? Para nosotros no es importante quién tiene o deja de tener razón, sino que sientan que escuchamos a cada persona involucrada, que validamos lo que sienten y después los acompañamos en la resolución. A veces, después de escucharse entre sí, ellos mismos dan una solución y otras veces la proponemos nosotros y ellos admiten, o no, nuestra propuesta.

La necesidad de pertenencia es una de las más básicas y es importante cuidarla en el tránsito a una familia reconstituida.

SyP: ¿La edad es un condicionante en los niños para comprender y aprender a convivir con este proceso o hay otros factores?

R.L. y M.A.C.: En función de la edad se pueden adaptar con más o menos facilidad, sobre todo cuando hablamos de infancia y adolescencia, que son etapas en las que el cambio es mayor. Ahora bien, la edad no es determinante. Lo es mucho más cómo se sientan o se hayan sentido en el proceso de separación. Si la han superado bien, la convivencia en la familia reconstituida es mucho más fácil que en el caso contrario.

Y también influye si sienten que al querer a las ‘nuevas personas’ están traicionando o no a alguno de sus progenitores. Esto es lo que sí puede ser una dificultad mayor.

SyP: ¿Cuáles son los problemas más comunes que estáis detectando en vuestras consultas?

R.L. y M.A.C.: El más común de todos es el conflicto entre la madre y el padre, cuando ambos se encuentran enfrascados en sus heridas y entonces los hijos viven un dilema de lealtades, porque sienten que tienen que elegir entre mamá o papá.

O cuando una de las partes no termina de aceptar la separación y ante la nueva pareja de su ex coloca al menor en una posición, de nuevo, de tener que elegir.

Los niños necesitan que vivamos este proceso desde nuestro yo adulto, y cuando eso no sucede, ellos son los primeros afectados.

Lo bonito de nuestro trabajo es que una separación consciente se puede llevar a cabo aunque sólo una de las partes esté dispuesta. Pese a que la separación ya sea un hecho desde hace algún tiempo, cuando uno de los implicados, el que viene a las sesiones, hace cambios, se ve reflejado en todos los demás. Precisamente hace poco una madre con la que terminaba de trabajar, me decía, “desde que inicié el proceso contigo y empecé a cambiar algunas cosas, curiosamente él también cambió algunas conductas”.

Y es que, como decía antes, lo único que podemos cambiar es lo que está de piel para dentro y después, por sí mismo, el cambio se da fuera. Ahora bien, no sabemos ni cuándo ni cómo, pero darse, se da.

SyP: Rocío, has escrito una Guía básica para una Separación Consciente, que es el mapa que te hubiera gustado tener cuando te separaste. ¿Podrías resumir cuáles son los puntos clave que te hubiesen ayudado en aquel momento?

R.L.: En aquel momento me hubiese ayudado mucho entender el porqué la separación no era lo peor que le podía hacer a mis hijos. Es más, que, de hecho, puede ser un acto de amor y una oportunidad para vivir una vida mejor.

También habría sido un apoyo saber que nuestra felicidad les da alas a nuestros pequeños para ser felices ellos mismos.

Y me hubiese ayudado tener referentes de personas que hubieran llevado a cabo una separación consciente y el mapa que ahora es mi guía. En ella cuento, entre otras cosas, cómo dar la noticia de la separación, qué tener en cuenta para cuando papá (o mamá) se va de casa, cómo cuidar los primeros encuentros y cómo acompañar en las emociones más frecuentes a los hijos con progenitores separados. De ahí que sean algunos de los puntos que abordo en mi guía.