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Psicología y salud mental

Cómo afecta a los niños que tengas favoritismo hacia uno de tus hijos

Favoritismo
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 09.10.19

Sentir afinidad o predilección hacia uno de los hijos en concreto es algo habitual, así como inevitable. Son varios los factores que pueden generarlo: que su carácter sea similar al nuestro, por sus habilidades, que sea más cariñoso o afectivo con los otros hermanos, o que sea más extrovertido o colaborador en casa. No es algo que esté relacionado con ser el mayor o el menor. Probablemente, realicemos un esfuerzo tremendo para que este favoritismo no se note, pero normalmente es algo que el resto de niños perciben.

Hay momentos en los que en función de la situación en la que nos encontremos, daremos un trato diferencial a uno de nuestros hijos, ya sea por la edad, porque llegue un nuevo hermanito a casa, o bien por las necesidades particulares que pueda tener uno de ellos (como son una enfermedad o alguna problemática a nivel escolar). En estos casos es recomendable optar porque cada uno de los padres se dedique a cada uno de los niños, repartiendo así las tareas.

¿Cómo pueden vivir el resto de hijos este favoritismo?

En ocasiones los padres realizan comparaciones y juicios de valor entre sus hijos. Suelen hacer verbalizaciones del tipo: “no tiene nada que ver con su hermano, no es nada cariñoso”, “con las buenas notas que saca el otro y a él siempre tenemos que ayudarle con los deberes”, “nunca quiere estar con nosotros, en cambio su hermano siempre viene allá dónde vamos”. Este tipo de equiparaciones, también suelen hacerse en casa delante de los niños de una manera inconsciente.

Muchas veces estas verbalizaciones pueden aparecer porque los adultos se sienten desbordados en un momento dado. Por otro lado, el objetivo de las mismas es hacerle ver al niño cuál es la forma de actuar que a papá y a mamá les gusta y, así, motivarle, creyendo que estas comparaciones pueden hacer cambiar su actitud. Sin embargo, hay que saber que de esta manera se obtiene la situación contraria.

Favoritismo
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¿Qué consecuencias pueden aparecer en relación a la comparación y favoritismo entre hermanos?

  • La autoestima del niño se ve gravemente perjudicada. Lo que el menor puede extraer de estas comparaciones es que él no es tan valioso como su hermano. Los mensajes que obtenemos desde pequeños, son aquellos que van a formar nuestro ‘autoconcepto’. Por lo que pueden aparecer pensamientos negativos del tipo “yo no valgo”, “no me quieren”, ”no soy importante” y, por tanto, estaremos “sembrando” en ellos un sentimiento de inseguridad.
  • Puede generar problemas emocionales relacionados con ansiedad, aislamiento, síntomas de apatía o agresividad.
  • Puede dar lugar a la aparición de envidia y celos, que generarán rivalidad y problemas en la relación entre los hermanos.
  • Le estaremos enseñando que el otro hermano es mejor y que las cualidades o habilidades que él tiene no son importantes, ni suficientes. De esta manera no le estaremos explicando por qué las cosas hay que hacerlas de una forma u otra, sino que les estaremos diciendo que las tiene que hacer como su hermano. Sin embargo, no le detallaremos cómo llevarlas a cabo, teniendo en cuenta su personalidad, sus posibilidades y sus dificultades. El niño se sentirá confundido porque no sabe cómo hacerlo.
  • No estaremos potenciando sus habilidades ni sus puntos fuertes. Con este tipo de mensajes negativos lo limitamos.
  • Al no sentirse comprendido o apoyado en casa, no será tan comunicativo. No contará sus preocupaciones o problemas.
  • Pueden aparecer signos de llamada de atención. Cuando esto ocurre es porque el niño estará necesitando algo que no se le está dando: un reconocimiento.

Aunque queramos a nuestros hijos por igual, podemos tener mayor complicidad con uno de ellos, lo importante es que el trato y cariño que se les proporcione sea el mismo. Es fundamental entender que los hermanos no tienen por qué ser igual, cada uno tiene su personalidad y su carácter.

Hay que ofrecerles un amor incondicional, de esta manera les estaremos aceptando tal y como son. Si nosotros empleamos todas nuestras fuerzas en que cambien un rasgo determinado de su personalidad o alguna habilidad, estaremos enviando implícitamente el mensaje de “no aceptamos que seas así”.

En este caso, pueden aparecer determinados síntomas en el niño, por ejemplo en su conducta. Quizá esté más irritable, más agresivo o más triste. No repararemos en que tal vez el problema pueda encontrarse en la dinámica familiar, sino que, de nuevo, le señalaremos a él y a cómo es.

¿De qué manera podemos evitar el favoritismo?

  • Hay que explicar cómo mejorar, pero sin remarcar sus fallos. Motivándole y acompañándole.
  • Dedicar tiempo individual a cada uno de los hijos y realizar con ellos algunas de sus actividades favoritas o ir a verle practicar alguna de ellas.
  • Aceptar que cada uno es diferente. No tienen que parecerse entre ellos, ni a sus progenitores. Debemos permitirles la exploración y que indaguen en sus gustos y sus aficiones. Esto es fundamental para el desarrollo.
  • Involucrar a todos los hermanos para que puedan dar su opinión o su punto de vista, sobre todo cuando haya algo que consensuar en el hogar.
  • Establecer las mismas consecuencias para todos, en la misma medida y proporción.

Es importante ofrecer un cuidado y afecto equitativo a los niños para que todos se sientan queridos y valiosos en casa.

Lidia García Asensi
Psicóloga Sanitaria M – 27717
Centro Psicológico Cepsim