Los abuelos tóxicos existen: cómo detectarlos y de qué forma actuar

Durante los últimos años, se ha hablado mucho acerca de las actitudes tóxicas en los vínculos de pareja y familiares, con resultados devastadores. Incluso, de muchos padres que dejan (a veces sin desearlo) un impacto terrible en sus propios hijos e hijas, ya que ciertos patrones disfuncionales repercuten a largo plazo en el bienestar emocional de los niños. Pero, ¿qué pasa con los abuelos tóxicos?

En muchas familias, los abuelos son una figura de muchísimo peso. ¿Cómo pueden afectar negativamente en la crianza de un niño? ¿Cuándo es necesario establecer límites o cortar lazos? En este artículo, vamos a profundizar acerca de actitudes que son poco sanas, para que puedas detectarlas y actuar. 

El rol en la familia

Aunque su rol en la vida de los nietos depende de muy variadas circunstancias, pueden ser cuidadores, referentes y grandes compañeros de juego. Además, suelen ser sabios consejeros colmados de experiencia. En muchas familias, se encargan del cuidado infantil regularmente y, en mucho otros casos, son los ‘canguros’ principales. ¿Cuántas veces los adultos nos abrumamos, especialmente con los primeros hijos, y recurrimos a la ayuda de nuestros padres?

Ya sea que vivan cerca o mantengan contacto con ellos a distancia, el amor y el soporte emocional que brindan tiene un gran impacto en el desarrollo infantil. Los abuelos no solo acompañan la crianza de sus nietos, sino que ofrecen la sabiduría necesaria para ayudarnos a tomar decisiones y tranquilizarnos en momentos de frustración o pánico.

Además, producto de su larga experiencia y de la naturaleza del vínculo, tienen una cercanía diferente con los niños. Enseñan a través del juego, la lectura y las historias, y también son capaces de reforzar nuestras enseñanzas, mientras muestran a los pequeños que los entienden y los apoyan emocionalmente.

Todo pinta muy bien, pero; ¿qué sucede cuando no es así?

Cómo detectar a los abuelos tóxicos

1. Malcrían a sus nietos sobrepasando los límites

Por un lado, si hacen, compran o ceden a todo lo que los niños quieren, aun pasando por encima de nuestra negativa previa, el mensaje que reciben los pequeños es que la palabra de sus padres no es la última e intentarán acudir siempre a esa pequeña grieta donde consiguen lo que desean. Esto influye negativamente en su responsabilidad y en la aceptación de límites, y pueden crecer sin las herramientas necesarias para lidiar con la frustración.

2. Desacreditan a los padres

Los abuelos tóxicos tienden a socavar las intenciones de los padres al desobedecer sus reglas y pensando que ellos saben con certeza lo que es mejor, incluso si se les ha pedido que sigan ciertos patrones de crianza. Muchas veces, delante de los niños, desacreditan la palabra de los adultos, y eso no solo no los ayuda, sino que los confunde y vuelve a desdibujar la línea de aprendizaje. Si se involucran demasiado en su educación, interfieren con la autoridad preestablecida y podría causar problemas familiares.

3. Se ‘apropian’ de la crianza

Puede suceder, sobre todo en aquellos casos en los que cuidan a los pequeños durante el día o participan de forma activa en su crianza, que la figura del abuelo tienda a distorsionarse y se convierte en la persona que toma casi todas las decisiones, sin respetar las directrices marcadas por los padres. También es posible que utilicen mecanismos de manipulación y culpa, pero incluso sin llegar a esos extremos, al mantener las mismas normas de educación que tuvieron en el pasado, podrían resultar modelos antiguos y poco sanos que ya no tienen cabida en la sociedad actual.

4. Enemistan a los niños con sus padres

Por cuestiones internas de la relación y diferencias con sus propios hijos, podrían decir cosas negativas acerca de los padres de sus nietos; lo que es terriblemente angustiante para los pequeños, que se ven atrapados en medio sin poder hacer absolutamente nada. No es responsabilidad, en ninguna infancia sana, hacerse cargo de los problemas de los adultos, por lo que recibir un constante bombardeo de fuego cruzado los pone en una situación de vulnerabilidad y los expone a la impotencia, además de dejarlos terriblemente confundidos intentando deducir quién lleva la razón.

Cómo actuar ante estas situaciones

Lidiar con abuelos tóxicos no es fácil. Es probable que a su vez haya sido un padre tóxico en el pasado, lo que significa que sus actitudes no son recientes. Intentar cambiar la personalidad de alguien que lleva siendo de la misma forma durante décadas es muy difícil, por lo que resulta de vital importancia establecer y mantener límites sólidos, sobre todo cuando hay tanto cariño involucrado.

Intenta también no dejarte arrastrar por las emociones o vivir peleando batallas que no ganarás. A veces, cuando hayas agotado el recurso de la conversación, lo más sano es preservarse y tomar algo de distancia, entendiendo que es lo mejor sin caer en la trampa de la culpa. No siempre es necesario cortar todo tipo de vínculo, sino más bien darle un poco de aire en nombre del bienestar de tu familia.

Recuerda que aunque sean los abuelos de tus hijos, no significa que tengas que aceptar un comportamiento inadecuado, angustiante o irrespetuoso. Al defenderte, estás dejando un ejemplo positivo en tus hijos e hijas, que entenderán que hay cosas que no se toleran en ninguna relación. Si bien no siempre deben tomarse medidas tan drásticas, dependiendo de la gravedad de los problemas, analiza y sopesa qué es lo mejor.