En una sociedad que va a un ritmo vertiginoso, muchas veces necesitamos parar, para que no nos arrastre el torrente de información, actividades y tecnología. Hoy, más que nunca, debemos optar por pasar tiempo de forma tranquila, sin pantallas, conectando con nosotros mismos, así como con las personas y la naturaleza que nos rodean. En este momento, en la era de la inmediatez, en la que nos hemos acostumbrado a que todo es “para ya” y lo resolvemos con “un clic”, resulta clave transmitir a los niños valores que les serán ineludibles para alcanzar una vida adulta plena y equilibrada. El esfuerzo, la responsabilidad y la constancia son indispensables para que sean adultos resilientes, que precisarán adaptarse a un mundo cuyo perpetuo cambio se acelera cada vez más.
La realidad de las redes sociales
La comunicación continua tiene grandes beneficios si somos capaces de manejar nosotros los tiempos, pero puede ser muy perjudicial si ella es la que nos gobierna. Recordemos que nuestros hijos precisan desarrollar la capacidad de entender que no todo lo que ven en las redes sociales es tan estupendo como lo pintan. Aunque sigan a perfiles de personas con una vida aparentemente exitosa y sencilla, sin complicaciones, recordémosles que no todo vale, cuidemos mucho sus referentes y estemos al tanto de aquellas personas a las que buscan parecerse.
Si queremos que prosperen y sean capaces de aportar su granito de arena en este mundo, seamos su mejor ejemplo a seguir, manteniendo una escucha y observación activa, y cultivando en ellos habilidades socio-emocionales positivas, como el optimismo y la paciencia. Ayudémosles a que sean conscientes de que el esfuerzo tiene su recompensa, por ejemplo, que detrás de todo gran deportista existen muchas horas de entrenamiento y dedicación plena, así como renuncia y constancia. El éxito es un camino al que se llega después de muchas horas de trabajo, de levantarse después de cada caída.
