Qué es el Baby Signs y qué beneficios tiene para el bebé

El Baby Signs es un tipo de lenguaje que consiste en utilizar señas o gestos simples para comunicarse con el bebé antes de que pueda hablar verbalmente. Nació en 1980 en Estados Unidos y, aunque se trata de una técnica muy utilizada en este y otros países como Canadá, Reino Unido o Australia, en los últimos años también ha ido ganando popularidad en España, y cada vez son más las familias interesadas en ponerlo en práctica.

¿Qué es el Baby Signs?

Desde que nacen, los bebés muestran una predisposición innata a comunicarse con los adultos y el entorno que los rodea. No lo hacen articulando palabras, pero sí utilizan una variedad de señales no verbales, como el llanto, los gestos, las sonrisas o las miradas, para expresar sus necesidades, emociones y deseos.

Durante los primeros meses de vida, van aprendiendo a reconocer los esquemas de expresión, y también a asociar palabras con acciones, objetos y emociones. Aunque, lógicamente, su capacidad para entender el idioma es todavía muy limitada, incluso en esta etapa temprana, podrían comunicarse de manera elemental si contaran con las habilidades motoras y lingüísticas que hacen falta para empezar a hablar.

Fundamentándose en esta premisa, en los años 80, las investigadoras y psicólogas infantiles Linda Acredolo y Susan Goodwyn, decidieron crear un método que permitiera a los niños pequeños interactuar eficazmente antes de desarrollar el lenguaje oral. Y así nació el Baby Signs.

Este sistema está basado en gestos simples para identificar palabras comunes y habituales en el día a día, como, por ejemplo, ‘comida’, ‘leche’, ‘agua’, ‘adiós’, ‘jugar’, ‘gracias’, etc. Aprender estos signos, ayuda a expresar los deseos de una manera precisa, reduciendo la frustración y promoviendo una interacción precoz de la información.

Los 6 grandes beneficios de utilizar el lenguaje de signos 

Los beneficios de esta herramienta comunicativa han quedado patentes tras décadas de uso en entornos familiares, guarderías y centros de educación infantil, y podemos resumirlos en seis grandes puntos:

1. Facilita la comunicación temprana

El beneficio más destacable es ofrecer al niño la posibilidad de expresar con éxito sus necesidades antes de poder hablar. Recordemos que, aunque cada cual sigue su propio ritmo, no suele ser hasta los 18 meses cuando empiezan a ampliar su repertorio de palabras inteligibles.

2. Reduce la frustración

Como consecuencia de lo anterior, el bebé reduce la frustración y los llantos asociados a la incapacidad de expresar verbalmente aquello que se desea. También sus cuidadores se sentirán más preparados y menos estresados a la hora de atenderlos, ya que comprenderán lo que necesitan.

3. Fortalece el vínculo familiar

Cuando los padres y madres entienden las necesidades y deseos de sus hijos pequeños, mejora la calidad de la interacción y los cuidados. Como consecuencia, el vínculo entre ellos se fortalece y se fomenta un ambiente de comprensión mutua y empatía.

4. Promueve el desarrollo del lenguaje

Enseñar esta herramienta proporciona al niño una base sólida para comprender y usar palabras y conceptos, lo que favorece la transición a la comunicación verbal. De hecho, los estudios han demostrado que este método fomenta la adquisición temprana del habla y ayuda a desarrollar un vocabulario más amplio.

5. Prepara para la diversidad lingüística

También se ha relacionado esta técnica con la diversidad lingüística, pues el bebé crece con la idea de que las palabras pueden ser representadas de diferentes maneras, ya sea a través del habla, gestos o signos. Esto podría hacer que sean más receptivos al aprendizaje de otros idiomas y sistemas de comunicación en el futuro.

6. Fomenta la autoconfianza y la autonomía

Al poder expresarse fácil y eficazmente, aumenta su seguridad y autoconfianza. A su vez, esto va a promover un mayor sentido de la autonomía y la pertenencia, así como sus deseos de seguir aprendiendo nuevos signos para ampliar el vocabulario.

El momento óptimo para enseñar esta técnica varía en función de las habilidades y del grado de madurez de cada niño o niña, pero, en general, se suele empezar alrededor de los 6 meses. Podemos hacerlo utilizando las señas de la Baby Signs Language, las de la Lengua de Signos Española, o incluso crear nuestro propio lenguaje familiar. Lo importante es hacerlo poco a poco, respetando los ritmos particulares y disfrutando del proceso.