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Educación en casa

La importancia de proteger la naturaleza para crear un mundo mejor

La importancia de proteger la naturaleza
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 22.05.13

Proteger la naturaleza es algo que debemos enseñar desde la infancia. Como padres, tenemos que ser los primeros en dar ejemplo y lograr que nuestros hijos se conviertan en personas saludables y conscientes de sus acciones.

La educación ambiental está dirigida a formar valores, actitudes y comportamientos a favor del medio ambiente, por lo que es preciso intentar aplicar esta materia en muchos aspectos de la vida del niño y, también, de la nuestra.

Más allá de nuestros actos, es importante saber que el contacto directo con la naturaleza en la infancia es clave para el desarrollo de la personalidad de los niños

El cuidado del entorno es algo fundamental que debe empezar a inculcarse desde edades tempranas. Esto redundará en adultos más responsables en el futuro y con una mayor conciencia ecológica. No se trata de hablarles del cambio climático o de la extinción de ciertas especies, pero sí de enseñarles el respeto por la vida animal y vegetal, y de demostrarles las grandes sorpresas que se esconden en los bosques o en el mismo fondo del mar.

¿Qué podemos hacer?

Algunos de los hábitos básicos que debemos poner en práctica para proteger la naturaleza, y aportar nuestro pequeño granito de arena, así como ayudar a que la Tierra sea un lugar más sano y sostenible para todos, son:

1. Llevar un ‘consumo responsable’

Se trata de un concepto defendido por organizaciones ecológicas, sociales y políticas que consiste en cambiar los hábitos de consumo, ajustándolos a las necesidades reales de cada uno y optar por productos y servicios que favorezcan la conservación del medio ambiente. Cuida tu gasto de energía, agua y papel, ingiere alimentos orgánicos en la medida de lo posible e infórmate sobre el origen de los productos que compras para favorecer los que sean ecológicos.

2. Reciclar

Tenemos que enseñar a los niños que todos los residuos deben ir a la basura, ya que si los tiramos en cualquier entorno natural, no solo contaminaremos, sino que tardará muchísimos años en desaparecer. Además, deben ir al contenedor correspondiente (vidrio; plásticos; orgánicos o papel y cartón) para que en un futuro ese material pueda ser reutilizado. Como cada uno va a asociado a un color diferente, podemos inculcarle a nuestros hijos la acción de separar los diferentes residuos mediante algún juego, de esta manera, no solo estarán contribuyendo a la mejora del medio ambiente, sino que también se divertirán.

3. Cuidar el agua

Es nuestro bien más preciado, aunque a veces se nos olvide. Hay que conservar el mar, los ríos, los lagos o las fuentes, por lo que nunca debemos arrojar desperdicios ni productos contaminantes en ellos. Por supuesto, tampoco hay que derrocharla, por lo que siempre será mejor ducharse que bañarse, asegurarse de que todos los grifos estén bien cerrados y aprovecharla siempre que sea posible.

Con el inicio del nuevo curso, la Fundación Canal retoma sus talleres científico-medioambientales para niños, en los que, de una manera divertida, los más pequeños de la casa desarrollan interés por las ciencias, reflexionan sobre el medioambiente y aprenden a comprender el mundo que nos rodea de una manera amena y entretenida.

Hasta finales de año, estarán centrados en las propiedades físico-químicas del agua y su función como líquido imprescindible para la vida. Así, los asistentes descubrirán cómo relacionar el cambio climático y sus consecuencias locales con el agua y comprenderán la importancia de conservar este recurso cada vez más escaso. Además, pondrán en práctica sencillas medidas de adaptación como ejemplo de soluciones positivas al cambio climático.

4. Potenciar las actividades al aire libre

La naturaleza también nos regala muchos momentos de diversión en familia, y es algo que debemos aprender a valorar. Estar en contacto con los animales, en la montaña, en el mar, o en cualquier espacio de estas características, es la mejor forma de disfrutar de nuestra libertad y dar rienda suelta a la imaginación. El juego y la actividad física al aire libre potencian la creatividad y permiten que los niños sean más sociables y cooperativos, además de ser muy estimulantes para ellos. Estas experiencias aportan además numerosos beneficios más allá de aprender a respetar medio ambiente, como una mejor salud mental y emocional. Todo ello nos permite entender el mundo en el que vivimos y hacer del mismo, uno mejor.