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Disciplina positiva para gestionar las peleas entre hermanos y ayudar a que su relación mejore

Cómo gestionar las peleas entre hermanos con éxito
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 25.04.24

Por muy buena relación que mantengan entre sí vuestros hijos, seguro que las disputas entre ellos son un acontecimiento habitual. Generalmente, suelen limitarse a desencuentros puntuales sin excesiva importancia que, más temprano que tarde, derivan en reconciliación. Sin embargo, es importante que los padres sepamos cómo gestionar las peleas entre hermanos antes de que se conviertan en la tónica predominante en el día a día.

Qué factores suelen desencadenar las discusiones

Antes de actuar, haríamos bien en intentar dilucidar los desencadenantes del conflicto. Aunque las discusiones pueden surgir por diferentes causas, su origen reside normalmente en un choque de personalidades, en sentimientos de envidia y celos o en la existencia de un estilo de crianza inadecuado.

1. Celos

Uno de los escenarios más comunes es que el niño de mayor edad, al dejar de ser el centro de atención con la llegada de un nuevo miembro a la familia, comience a experimentar celos hacia él. Pero no es el único. Entre otros supuestos, la peleas entre hermanos también pueden estar originadas por el descontento del de menor edad, generalmente causado por gozar de menor libertad y autonomía.

Celos entre hermanos
Aunque los celos son frecuentes, no tienen por qué interferir en la relación | Fuente: Canva

2. Choque de personalidades

Otras veces los conflictos pueden aparecer por un simple choque de caracteres, sobre todo cuando existe una diferencia de personalidades demasiado pronunciada. No obstante, aunque la armonía entre ellos pueda antojarse imposible, lo más probable es que, con el paso de los años, a medida que se vayan conociendo en profundidad, esa aparente incompatibilidad vaya quedando atrás.

3. Estilos de crianza deficientes

Entre otras consecuencias negativas, los métodos de crianza inadecuados pueden incentivar las peleas entre hermanos. Por ejemplo, no es extraño que la falta de iniciativa o atención por parte de los padres se traduzca en un aumento de las disputas. Sobre todo, si los menores descubren que, a través de ellas, consiguen que les hagan más caso del que suelen hacerles.

Cómo gestionar las peleas entre hermanos con disciplina positiva

Para evitar el anterior escenario, lo ideal sería dejar que los niños resuelvan civilizadamente sus desencuentros, un ejercicio que además les permitirá desarrollar diversas habilidades sociales. En particular aquellas relacionadas con la comunicación, la empatía, la solidaridad y la negociación, capacidades imprescindibles a la hora de redirigir el conflicto hasta un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

1. No permitir las conductas violentas

Dicho esto, existen límites que no podemos permitir que se rebasen. Cuando recurran a cualquier tipo de agresión verbal o física, resulta esencial desautorizar su comportamiento, manteniendo, eso sí, una actitud serena y conciliadora que les sirva como ejemplo. En caso de que persistan con esas conductas, haríamos bien separando a cada uno en una habitación. Así podrán reflexionar acerca de lo ocurrido y encontrar otras vías pacíficas, un proceso que no suele alargarse más allá de unos minutos, tras los que normalmente se reconciliarán dejando a un lado las rencillas previas.

Límites a las conductas violentas
Es imprescindible establecer límites a las conductas violentas | Fuente: Canva

2. Llegar a la raíz del desencuentro

En ocasiones, los padres cometemos el error de limitar nuestras acciones a la mera mediación entre las partes, como si fuéramos los árbitros de un evento deportivo. Sin embargo, es aconsejable ir mucho más allá y determinar cuáles suelen ser los desencadenantes de los conflictos. Solo así podremos abordar el problema desde su raíz y adoptar las acciones correctivas más adecuadas.

3. Centrarse en elogiar lo positivo

Aunque a veces es imprescindible recriminar y corregir los malos comportamientos, no debemos esperar hasta ese momento para intervenir. Si, por ejemplo, observamos actitudes solidarias y cooperativas entre nuestros hijos, sería buena idea destacarlas y validarlas. De esa forma, se acostumbrarán a recibir nuestra atención por las buenas conductas y nos les hará falta recurrir a otras indeseadas para que les hagamos caso.

4. No obsesionarse con la igualdad entre ambos niños

Si bien muchas normas han de aplicarse de manera indistinta a todos los niños, en otros casos puede resultar contraproducente guiarse por la equidad más estricta. Por ejemplo, es razonable que el hermano mayor pueda llegar a casa o acostarse más tarde que el pequeño, por mucho que este último ponga el grito en el cielo por lo que considera una enorme injusticia.

5. Aplicar un enfoque didáctico al suceso

Ante todo, en vez de plantearnos estos acontecimientos como vivencias desagradables, convendría aplicar un punto de vista didáctico a la experiencia. Cuando la relajación vuelva a apoderarse del ambiente, es recomendable ahondar en los sentimientos de ambas partes y analizar lo ocurrido todos juntos. A continuación, podemos plantear alternativas de actuación válidas en caso de que vuelva a surgir un conflicto por el mismo motivo. Si, por poner un supuesto, se han peleado por jugar a determinado videojuego, les sugeriremos que, en lo sucesivo, establezcan turnos para hacerlo y los respeten. Por último, sobre todo cuando hayan recurrido a algún tipo de agresión física o verbal, sería apropiado que reflexionaran acerca de sus actos y les convenzamos de que no deben volver a repetirlos.