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Un perro en las aulas de la escuela infantil, un amigo que estimula el aprendizaje de los niños

Un perro en las aulas de la escuela infantil
La presencia de un perro en la escuela infantil beneficia a los niños en muchos aspectos
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 25.09.21

Introducir un perro en las aulas de la escuela infantil como coeducador para que forme parte del proceso de enseñanza y aprendizaje es muy innovador y poco habitual. Los beneficios de esta práctica en niños pequeños son muchos y justifican sobradamente, como veremos a continuación, el trabajo pedagógico organizado con este querido animal de compañía en la primera etapa escolar. 

Del ámbito terapéutico al educativo

La Intervención Asistida con Animales (IAA) es una modalidad terapéutica que generalmente se dirige a personas de todas las edades y que pretende mejorar el funcionamiento en las áreas físicas, sensoriales, cognitivas y emocionales de las personas que participan en las sesiones en las que se aplica.

Sin embargo, en la escuela infantil (de 0 a 3 años), este trabajo no es una intervención propiamente dicha, sino un proceso educativo que se conoce como Educación Asistida con Animales (EAA) o inclusión de un perro de asistencia educativa en las aulas para el trabajo y acompañamiento en la enseñanza.

¿Qué propósitos se persiguen?

Con esta iniciativa se buscan, por un lado, objetivos curriculares, que se adquieren a través del juego, de la cooperación y del trabajo en equipo, y, por otro, objetivos transversales como son las conductas prosociales y el movimiento. Los fundamentales son:

  • Mejorar las habilidades motoras gruesas, ya que los animales fomentan el movimiento corporal, el fortalecimiento de la musculatura, la movilidad de las extremidades y el equilibrio.
  • Impulsar y perfeccionar las competencias motoras finas.
  • Incrementar aptitudes cognitivas como la memoria y la atención.
  • Potenciar el desarrollo del lenguaje y aumentar las interacciones verbales.

Para conseguir las metas planteadas, es preciso que el trabajo y el contacto del perro con los alumnos esté planificado e incluido dentro de la programación con actividades específicas para que los niños interactúen con él.

En la EAA hay que realizar, al igual que en el resto de las actividades del centro, el proceso de evaluación y autorregulación con el fin de comprobar si se han alcanzado los objetivos propuestos para la sesión y en qué o cómo se puede mejorar la acción educativa. Se trata de un complemento al trabajo ordinario del aula, que siempre tiene que estar basado en el proyecto curricular del centro y perseguir los fines trazados conforme a la programación anual, trimestral o diaria.

Cualificación de los profesionales encargados de la actividad

Los profesionales que dirigen al perro deben estar capacitados y tener la titulación específica de experto y/o técnico en Intervenciones Asistidas con Animales. Se puede tener una de las dos titulaciones o ambas. La función del primero es realizar la programación de la sesión junto con el maestro o de forma independiente. El segundo, habitualmente, es la persona que dirige la actuación del perro.

La presencia de este animal de compañía en el aula exige que el técnico tenga cualquier situación perfectamente controlada, por seguridad y para extraer de ella los mejores resultados. La mascota funciona principalmente como motivador e, inicialmente, se convierte en el centro de atención, pero es relevante destacar que no todos los niños se sienten interesados por ella del mismo modo, por lo que interesa que el proceso de acercamiento para incrementar su curiosidad sea muy progresivo, para así favorecer una alta participación en las actividades propuestas.

¿Cómo debe ser el animal elegido para este trabajo en las aulas?

Es imprescindible que el perro escogido para trabajar con niños sea seleccionado de forma rigurosa y cumpla ciertos parámetros relativos a su carácter (que no sea miedoso, agresivo o demasiado sumiso). Su entrada en la escuela conlleva un entrenamiento muy exhaustivo, ya que va a participar como acompañante en diferentes actividades en las que se persiguen objetivos educativos. Estos se ubican dentro del proceso de aprendizaje no formal, instaurando rutinas, asimilación de hábitos y cuidados realizados por los niños.

También se buscan metas no estrictamente educativas, sobre todo aspectos motivacionales relacionados con la ilusión y las expectativas que se crean los niños por el hecho de encontrarse cada día con ese amigo tan especial en las instalaciones de la escuela.

Un perro en el aula de la escuela infantil llama la atención de algunos pequeños
Unos niños muestran más curiosidad que otros ante la presencia de la mascota en clase | Fuente: Canva

Los beneficios que genera la introducción de un perro en la clase

Las ventajas son muchas, pero vamos a resaltar, en primer lugar, la creación del saludable vínculo que se establece entre los animales y las personas, ya que el simple hecho de acariciarlo genera endorfinas, hormonas que producen un efecto calmante y ayudan a mejorar el bienestar en general.

Cuando los niños conviven con él en la escuela aprenden a respetar al animal, a ser cuidadosos y prudentes, a no correr ni gritar cuando este se encuentra con ellos en el aula o en el patio y a esperar el turno para interaccionar con él.

Crecen en responsabilidad personal, porque la mascota necesita cuidados específicos como son lavarlo, peinarlo, pasearlo e incluso hacerle el lavado de dientes.

Por tanto, los beneficios derivados de la educación asistida con un perro pueden ser de diferente orden, aunque los distintos ámbitos se encuentren totalmente interrelacionados. Son los siguientes:

1. Beneficios físicos

  • Trabajar con él mejora la actividad física y las habilidades motoras (finas y gruesas), así como el equilibrio, la coordinación y la marcha.
  • El contacto con el animal disminuye los niveles de cortisol, por lo que se rebaja el estrés, la tensión arterial y la frecuencia cardiaca en las personas. Lo que se consigue es favorecer la relajación y la sensación de bienestar con uno mismo y con los demás.

2. Beneficios psicológicos

  • Aparece un sentimiento de alegría en la mayor parte de las ocasiones.
  • Aumenta los niveles de autoestima y la interacción social.
  • Desarrolla la empatía y el respeto hacia los iguales y hacia el propio animal.
  • Acrecienta la seguridad personal, mejora el autoconcepto y el autoconocimiento.
  • Estimula el desarrollo de la memoria, la atención y la concentración.
  • Anima a establecer una comunicación directa con el animal y facilita el contacto con el otro.
  • Reduce los niveles de ansiedad y nerviosismo.
  • Mejora el control de los impulsos, con lo que se consigue disminuir los comportamientos agresivos y favorece la calma en estados de hiperactividad.

3. Beneficios educativos y no educativos

  • La convivencia de los niños con un perro facilita y potencia la socialización y propicia el juego.
  • Al convertirse en un foco de atención, despierta la motivación y contribuye a un mejor comportamiento en clase.
  • Por otra parte, al convertirse en un compañero más, ayuda y anima a recoger el aula y se sienta y juega con los niños en las actividades programadas.
  • Favorece la empatía, porque en muchas ocasiones es preciso instar a los niños a dejarle tranquilo porque necesita descansar.
  • Hace crecer las competencias emocionales, al aumentar la motivación y la confianza desde las edades más tempranas.

4. Beneficios en el aula

  • Desarrolla habilidades de conversación, ya que da pie a que se hable de temas derivados de la interacción con la mascota. Como consecuencia, se produce un enriquecimiento del lenguaje (vocabulario) y un perfeccionamiento de la dicción.
  • Permite el afianzamiento de la responsabilidad personal (‘hoy soy el encargado del perro’).
  • Le ayuda a aprender a compartir y a establecer turnos con los cuidados, los paseos, sentarse cerca o contarle un cuento.

Verónica García Notario
Directora de la Escuela Infantil Delphos
Centro de Educación Infantil asociado a ACADE